Crítica: en busca del ideal perdido (Laura Revuelta, 2008)

ENTREVISTA

– El papel de la crítica de arte, en nuestros días, ha cambiado bastante respecto al del pasado. ¿Cómo lo definiría?

Pienso que no solo ha cambiado, sino que ahora mismo está experimentando un proceso de cambio. Hemos pasado en los últimos 25 años de tener una crítica escasa, y excesivamente personalista (en los años ochenta, por ejemplo, donde muy pocos tenían el don de la palabra y de la influencia en este campo) a un exceso de críticos o de gente que escribe en prensa sobre arte, pero este fenómeno ha repercutido, curiosamente, en una menor crítica. Muchos opinando, pero diciendo nada, sin valorar lo bueno y malo del arte contemporáneo. Más bien haciendo simples comentarios sobre las excelencias de todos los artistas. Esto nos ha llevado a que la crítica haya sido menospreciada por unos y otros. Por buena parte de los agentes implicados en el mundo del arte en beneficio de otros intérpretes, como los comisarios. Cuando no han actuado ambos personajes en connivencia para actuar sobre el mercado o venderse directamente al mismo. También desde algunos medios de comunicación, se ha anulado la crítica de arte o de lo que sea en beneficio de un pseudocomentario periodístico. En cualquier caso, creo que esta realidad nos está llevando a reivindicar desde foros, como el ABCD, el valor de la crítica de arte.

– Supongo que, bajo su perspectiva de trabajo, estará sometida a muchas presiones…

Sí, aunque no tantas como se pueda imaginar desde fuera. En cualquier caso, cuando uno tiene un criterio muy claro de lo que quiere hacer (para bien o para mal) las presiones se van sorteando. Lo peor viene cuando no se tiene criterio alguno y se está al vaivén de las presiones, de intentar quedar bien con todo el mundo menos con uno mismo.

– ¿Cuál es, a su juicio, el poder de las secciones culturales en la prensa escrita?

El poder es mucho más de lo que uno pueda imaginar e, incluso, soñar. Lo único cierto es que todos (artistas, galeristas, ‘curators’…) quieren salir en las páginas o espacios de los medios de comunicación. Está visto y comprobado que si no apareces en las páginas de las secciones de cultura o de los suplementos… no existes y más cuando la competencia es tanta.

– ¿Qué peso comunicativo juegan, y en qué orden, los críticos, las galerías y los medios de comunicación?

Por encima de todo están los medios de comunicación, cuyo nombre o cabecera y prestigio, incluso, anulan el de los propios críticos que escriben en ellos. El valor de una firma de prestigio no es nada si no está arropada por una cabecera de prestigio. Por último, nos quedan las galerías cuyo peso comunicativo (como se dice en la pregunta) es nulo (siento decirlo tan claramente) o mucho menos del que ellas se creen.

– ¿Hay un manual, aunque sea invisible, de estilo o de “buenas prácticas” dentro los suplementos culturales?

Por supuesto que hay un manual invisible y que se resume en una sola máxima: estar implicado responsablemente con el arte contemporáneo. Implicado en el sentido de comprometerse con el arte o la creación de tu tiempo y ejercer el papel que has elegido que, en este caso, es el de crítico. Cuando uno asume con responsabilidad el rol elegido las buenas prácticas vienen implícitas.

– Una exposición que no aparece en los medios parece que no existe. ¿Eso es bueno o es malo? 

No es bueno ni malo ni todo lo contrario, forma parte de los gajes de este oficio de los medios de comunicación. Los medios no son infalibles y muchas veces se sienten incapacitados para reflejar todo lo que da de sí el panorama expositivo. Con lo cual, siempre se nos queda algo en el tintero por falta de espacio… por razones que tienen que ver más con el discurrir del día a día que con otras razones extraoficiales.

– ¿Cómo ve la situación del circuito expositivo español? ¿Qué carencias advierte frente al panorama internacional?

Creo que vivimos una situación privilegiada e, incluso, envidiada por otros países. El número y variedad de museos que han nacido en los últimos años es muy positiva, aunque también hay que ser responsable con todas estas ‘armas’ que tenemos en nuestras manos y no abusar de ellas como instrumento político. Otro asunto muy distinto, ahora que la crisis económica nos acecha, es el estado del mercado del arte y del coleccionismo español. Tiene que madurar, consolidarse y asumir actitudes responsables, como ocurre en otros países.