Lácrima (Soledad Córdoba, 2002)
Los mecanismos del inconsciente son incontrolables, de hecho, nuestro cuerpo tampoco puede ser controlado, la realidad del ser humano es mutable, variable y frágil y podemos rebelarnos contra ella, aunque sabemos que la batalla ya está perdida. Mis primeros trabajos, Lácrima y Del cuerpo, hablan de un cuerpo impasible que grita desde sus entrañas como respuesta a la alterabilidad que producen las agresiones externas o internas y que, en buena medida, pertenecen al ámbito del subconsciente. A veces, el resultado es un cuerpo que ha mutado, transformado y adaptado a un entorno hostil que no es visible. La piel actúa como una membrana que retiene fluidos y excrecencias transformando sin parar un cuerpo descontrolado y, en definitiva, una mente que se traduce más allá de los límites del cuerpo.