Visión interna (Tomás González-Justicia, 2010)
Visión interna, Tomás González-Justicia
Ángel Antonio Rodríguez
La sala principal de la Galería Espacio Líquido albergó durante AlNorte 2010 una exposición de González-Justicia (Jaén, 1984) que, a través de dibujos, pinturas y radiografías, configuró este particular animalario. La fusión de animales y máquinas, del mundo real y artificial, son sus pretextos compositivos, mostrando el interior de una nueva especie generada mediante esta interesante fusión de técnicas creativas.
Decía Gombrich que la fuerza de las convicciones subjetivas no es una garantía que nos libre de cometer errores. “La búsqueda de una actuación objetivamente correcta puede conducir a una conclusión mortalmente mecánica”, escribía el historiador austriaco. El equilibrio entre intuición y razón puede ser clave, pues, para el arte de nuestro tiempo. Capacidad oculta, mágica, como esta que atesora Tomás Gonzalez-Justicia, entre lo emotivo y lo personal, con implicaciones y distanciamientos para emocionarnos sin tregua. Sin misterio no hay arte, como en los dibujos infantiles, que acarician nostalgias adultas, ecos de esa etapa feliz donde todo lleva el cuño de lo ingenuo.
El proyecto de Tomás González-Justicia indaga en aspectos relacionados con la mentira, la imagen, el poder de lo racional y la educación visual, en una instalación que se nutre de fantásticos dibujos sobre cajas de luz. La elección de varias disciplinas por parte del artista es una reacción lógica, ante la percepción de este mundo globalizado y “al tiempo” fragmentado en el que nos movemos. El artista asume así que cualquier mecanismo de proyección artística debe trascender más allá de la estética. Y en una época donde el elitismo, el papanatismo y la falsedad siguen siendo dogmas de fe del mundo cultural, alterna también ironía y rigor, capacidad de entrega sin aspavientos. Lejos de ese preocupante pesimismo cultural, la sonrisa es clave para arrancar estos estímulos creativos. El arte como forma de conocimiento, como receptáculo de calidades críticas. El arte, quizás, como reflejo de la realidad, pero ajeno a cualquier esquema inmovilista.