Urbanismo y arquitectura (Carmen Sanz, 2006)

Carmen Sanz (2006)

La conferencia de Carmen Sanz titulada Urbanismo y arquitectura (11 de diciembre de 2006) formó parte de la Jornada Temática Las artes del siglo XXI. Desafíos del mundo actual de la edición AlNorte 2006.

Carmen Sanz. Historiadora del Arte. Conservadora de Museos. Actualmente trabaja en el Museo del Traje de Madrid.

Conferencia

Urbanismo y arquitectura, Carmen Sanz

La ciudad y el urbanismo

La ciudad ha sido testigo de los cambios que ha experimentado las formas de vida del hombre a lo largo de la Historia. Desde la Antigüedad, ha sido objeto de reflexión y preocupación desde distintos puntos de vista, como espacio donde desarrolla su vida con carácter sedentario y conforme a una organización en instituciones regidas por leyes, concentrándose allí donde los recursos naturales son fáciles de obtener sin depender de los ritmos estacionales, gracias a la generación del fenómeno comercial, que ejemplifica de modo particular la celebración de fenómenos como el mercado y las ferias.

El urbanismo es la “ciencia que estudia la evaluación de la ciudad, la historia de su planificación y plantea propuestas para su desarrollo futuro” pero también puede ser entendido como el “conjunto de normas y ordenamiento para el crecimiento racional de la ciudad”. En este sentido, la normativa española en materia de urbanismo se recoge en la Constitución, y en las leyes del Suelo, contemplándose como derechos los de propiedad del suelo y edificación. Todos estos elementos han sido objeto de estudio de los juristas, como García de Enterría, lo que ha dado lugar a la clasificación del suelo, en función de su destino urbanístico, en:

•suelo urbano, para aquellos terrenos con acceso rodado, abastecimiento de agua, alcantarillado, suministro de energía eléctrica, edificación y jerarquía de las vías públicas;
•urbanizable, los que son susceptibles de ser urbano y,
•no urbanizable, para el terreno que, de acuerdo con sus características, no puede ser transformado y sí mantenido, presenta un régimen especial de protección, por estar expuestos a riesgos naturales, limitaciones o servidumbres, protección del dominio público, o al que los Planes Generales otorga valor agrícola, forestal, ganadero o por sus riquezas naturales.

A su vez, en función del tipo de aprovechamiento del suelo, se tiene la calificación del suelo, con lo que encontramos el aprovechamiento lucrativo, el dotacional (público o privado) y los usos privados no dotacionales.

Teniendo como referencia estas nociones básicas, debemos referirnos a los Planes Urbanísticos, que son “el conjunto de acciones coordinadas y programadas, encaminadas a la consecución de la ordenación urbana” distinguiéndose distintos tipos, de acuerdo con el ámbito de actuación. Los ajenos a la materia tenemos, muchas veces, referencias a ellos a través de siglas como PGOU (Plan General de Ordenación Urbana) y PAU (Programas de Actuación Urbanística), que forman parte ya de nuestro lenguaje cotidiano. En grandes ciudades, como Madrid, los PAU se han aplicado en la planificación y organización de nuevos barrios, a los que, paulatinamente, se les ha ido dotando de infraestructuras, medios de transporte y servicios, a medida que las construcciones de bloques de vivienda y otras edificaciones iban transformando el paisaje; pueden servir de ejemplo los barrios de Sanchinarro, Las Tablas y Montecarmelo, en el Norte, y Vallecas, en el Sur. Precisamente, en el primero y en el último de ellos, la iniciativa municipal ha instado a la participación de equipos de arquitectos, de renombre internacional, que contribuyan a dar un valor añadido a las zonas de intervención (bloque de viviendas municipales de MRDV o el ecobulevar, en el segundo de los casos).

La ciudad como objeto de estudio de otras disciplinas

La modernidad ha visto como la ciudad ha crecido y desarrollado en íntima y estrecha relación con la Arquitectura, lo que ha dado lugar al binomio Urbanismo-Arquitectura. La ciudad entonces se convierte en documento de sí misma, ya que al contemplar su trama podemos apreciar los rasgos de la antigua en la ciudad actual, y por otro lado, la propia ciudad se convierte en un único espacio de acción para ambas disciplinas, que acabarán por otorgarle su identidad contemporánea y es más, los grandes hitos arquitectónicos la transforman y dotan de un nuevo paisaje a zonas o espacios hasta el momento olvidados. Las nuevas edificaciones ejercen un poder de atracción que los convierten en nuevos centros de peregrinación, como antaño lo fueron las catedrales.

Las ciudades presentan, debido muchas veces a una falta de planificación y al crecimiento desbordante, una serie de problemas para los que pueden presentarse propuestas de solución.

La celebración de exposiciones, bienales y semanas monográficas dedicadas a la reflexión sobre determinados aspectos que afectan a la ciudad son fundamentales para concienciar a los ciudadanos sobre los problemas que acechan al medio en el que viven.

La superpoblación urbana ha originado nuevas realidades como los suburbios marginales, de autoconstrucción, sin servicios mínimos ni infraestructuras, con un alto índice de desempleo y una población, en su mayoría analfabeta, que ocasiona problemas de seguridad ciudadana, como la prostitución, la drogadicción, el tráfico ilícito de mercancías, y con fuertes problemas de comunicación física y social, que los convierte en nuevos ghettos, donde la marginalidad se acentúa a medida que la ciudad sigue creciendo. Todas las denominadas grandes ciudades, más por su tamaño que por su calidad de vida, tienen estas grandes rémoras.
Si observamos un mapamundi, las principales ciudades se concentran en Asia, América y Europa, principalmente, y se aprecia una alta concentración de las mismas en la costa.

La evolución de la población de las ciudades ha experimentado un crecimiento en progresión geométrica, desde el siglo XIX. En 1800 tan sólo Londres y Pekín superaban el millón de habitantes; en 1900, 250 millones de personas (15 % de la población mundial), vivían en ciudades, mientras que las previsiones para el año 2050 es que 6000 millones vivan en ellas. Los movimientos migratorios tienen como principal destino las ciudades, aunque este fenómeno presenta dos extremos bien diferentes: Delhi absorbe cada año 700 mil habitantes (el equivalente a una ciudad media-grande como Zaragoza) y en cambio, Viena pierde alrededor de 55 mil habitantes cada año.

Tokio, México D.F., Nueva York o Londres son las que, de una forma más sugerente, nos dan imagen de la gran ciudad y de sus áreas metropolitanas. Sus altas edificaciones, las densas vías de comunicación, las calles abarrotadas de gente vienen a reflejar lo cosmopolita, lo urbano.

La ciudad se convierte así en objeto de estudio que puede abordarse desde fuentes como la Cartografía, la Demografía, la Literatura, las Artes, y otras; e incluso, objeto de deseo y fuente de inspiración para la Arquitectura, la Pintura, la Escultura, la Fotografía, y el Cine. Las obras de De Chirico y sus paisajes oníricos, Grosz y su expresionista Metrópolis, Antonio López y sus vistas de Madrid, o Piñole y su particular visión del Gijón que vivió, hacen que la ciudad se convierta en musa para los artistas. La Ciudad Muralla de Miquel Navarro nos ofrece la visión de una urbe a vista de pájaro con sus grandes rascacielos e hitos monumentales.

El séptimo arte tampoco es ajeno al poder de los paisajes urbanos y de sus calles y plazas y se ha rendido a sus encantos, como se refleja en las obras de Woody Allen, Amenábar o Almodóvar, sin olvidar a Fritz Lang, Rossellini u otros grandes directores.

La celebración de grandes eventos como Olimpiadas o Exposiciones Universales son motor de la transformación del paisaje urbano, con ejemplos tan notorios en España como Barcelona, Sevilla, Zaragoza o Madrid.

Otro tipo de actuaciones en el paisaje de las ciudades son un aliciente para su renovación y mejora. Así las fachadas fluviales de París, Londres, Roma o Venecia; las vías de comunicación como la M-30 de Madrid, los bulevares de París, Roma, Florencia, Londres; las nuevas zonas residenciales de los Docklands en Londres o de Poniente y el Arbeyal en Gijón; las zonas de esparcimiento y ocio, como Fomento y Arbeyal o el Complejo Niemeyer en Avilés; las zonas verdes, como grandes pulmones, como Greenwich y Kew Gardens, Hyde Park en Londres; Central Park en Nueva York, o el proyecto para el Manzanares en Madrid, y de recuperación del Piles, en Gijón. El nuevo “skyline” de Madrid, en la zona Norte de la Castellana, ocupando lo que, hasta no hace mucho, fue la Ciudad Deportiva del Real Madrid, es otra de las nuevas imágenes que vienen a “enriquecer” el panorama urbano.

La ciudad como espacio para el arte contemporáneo

En la evolución de la ciudad contemporánea, la creación de Museos y Centros de Arte Contemporáneo es un factor de dinamización, a nivel económico, cultural y social. El ya conocido como “Fenómeno Guggenheim” (Gehry, 1997) superó todas las expectativas y fue un revulsivo para la reconvertida Bilbao; la Ciudad de las Artes (Calatrava) en Valencia o el MUSAC leonés (Tuñón & Mansilla) y el MACBA (Meier) de Barcelona han logrado recuperar zonas, hasta su creación, deprimidas.

Las administraciones locales son conscientes del papel que ejerce el Arte en la calidad de vida de sus ciudadanos, y por ello, apuestan por las intervenciones artísticas en los espacios públicos. A modo de ejemplo, las celebraciones de exposiciones temporales en las vías públicas, o la instalación permanente de esculturas que embellezcan el entorno y atraiga a los ciudadanos, Museo de Escultura del Paseo de la Castellana o el itinerario escultórico que acompaña al viandante, que decide pasear junto al Cantábrico en Gijón, que arranca en el emblemático Elogio del Horizonte de Eduardo Chillida, convertido en símbolo de la ciudad, como lo es su donostiarra Peine del Viento.

Sin lugar a dudas, el Arte Contemporáneo es un factor dinamizador del territorio, que nos lleva a acuñar el término Ciudad-Museo, para referirnos al “espacio urbano dotado de tal riqueza patrimonial inmueble que sería merecedor de su consideración como Bien de Interés Cultural o gozar de una protección especial, y contar con, al menos, un museo o red de museos agrupados”. La ciudad contemporánea, enriquecida por la presencia de múltiples culturas, sin duda tiene en el Arte un excelente medio para el diálogo y el entendimiento, haciendo que la calidad de vida en ella sea mejor y más digna para todos sus habitantes, socializándola y embelleciéndola para el disfrute de la sociedad.

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