Entrevista omnicomprensiva sobre el proceso creativo de Bernardí Roig (Bernardí Roig, 2009)

Bernardí Roig

La conferencia de Bernardí Roig titulada Entrevista omnicomprensiva sobre el proceso creativo de Bernardí Roig (17 de diciembre de 2009) formó parte de la Jornada Temática Cultura digital y convergencias mediáticas de la edición AlNorte 2009.

Nace en Palma de Mallorca en 1965. Bernardí Roig es uno de los pintores más destacados de España. Su obra se ha expuesto en numerosas instituciones y museos europeos y americanos. Su trabajo está representado comercialmente por distintas galerías como la española Max Estrella (Madrid), las alemanas Kewenig (Berlín/Palma de Mallorca) y Stefan Röpke (Colonia), la austriaca Mam – Mario Mauroner (Viena) o la estadounidense Claire Oliver (Nueva York), entre otras.

ENTREVISTA

– Un año prolífico, con proyectos recientes en Venecia, Valencia y Nueva York. Parece que 2009 es el año de Bernardí Roig.

Han coincidido varios proyectos en un corto espacio de tiempo. Primero la muestra ‘Shadows Must Dance’ en la Galería Internacional de Arte Moderno de Venecia, para establecer un diálogo entre mi trabajo y la colección permanente del museo. Después en el IVAM con las mismas obras, pero un diálogo bastante opuesto. Y ahora en Nueva York con ‘Pierrot le Fou is (not) dead’, un conjunto de nuevos trabajos concebidos como fuga desordenada, en la que se cruzan dos caminos y se superponen varias temporalidades. Por un lado, la escena final del film de Godard, cuando Belmondo se enrosca la dinamita en la cabeza y se la vuela sin querer. Por otro, la desconcertante frase ‘Dick Laurent is dead…’ del inicio del film de Lynch ‘Carretera Perdida’.

– ¿Qué diferencias hay entre el proyecto de Venecia y el de Valencia?

En Italia el diálogo se establece es con el espacio blanco, amnésico, determinado por la arquitectura. En Valencia la muestra es más onanista, pasé del dialogo en Ca’ Pesaro al temblor del monólogo. Había que poner a bailar las sombras, en este caso las sombras que produce la experiencia de estar vivo y que una vez enquistadas en el cerebro deben convertirse en imagen. Mi intervención, en ambos casos, pretendía desechar la idea de memoria, entendida como una secuencia que reconstituye un pasado lineal o de nostalgia colectiva, para convertirla en un conjunto de temporalidades y experiencias entrecruzadas. A través de una fricción-dialogo de mi trabajo con la colección pude organizar un nuevo itinerario para hacer visible, en mitad de ese tejido silencioso en el que están depositadas las imágenes del pasado, una trama de significados imprevistos.

– En la trayectoria de Bernardí Roig, sin duda, hay varios momentos clave. Recordemos tres de ellos.

El primero, un viaje a la India en 1992 donde comprendí que debía renunciar al color. El segundo, otro largo viaje en 1997 a Moscú para visitar el monasterio de Andronikovski, donde está el museo Andrei Rubliev, y el Monasterio de San Sergio donde Rubliev trabajó la mayor parte de su vida. Ahí comprendí de forma definitiva el ‘Cuadrado Negro’ de Malevich, y que el frío es lo más importante. En un viaje renuncio al color, en otro me muero de frío. El tercer momento todavía no ha llegado.

– En Al Norte 09 nos hemos volcado en las convergencias mediáticas y la cultura digital, con un ánimo reflexivo, conciliador y también crítico. En tu trabajo siempre has armonizado la escultura, el dibujo y el vídeo sin desdeñar otras disciplinas. La ‘hibridación’ es inherente a tu ánimo creativo y tu forma de ser.

Sin duda alguna, la hibridación, el mestizaje, la contaminación y su consecuente infección forman parte esencial de mi proceso creativo y vital. Los materiales y los soportes van y vienen en función de la necesidad poética de las ideas. Hoy, tanto los ‘media’ como la cultura digital determinan nuestra formación. Pero no hay que olvidar que el rojo de un vaso de Creta todavía contiene la memoria de la última puesta de sol.

– ¿La vigencia de las artes plásticas, al margen de dogmas, es compatible con las nuevas disciplinas?

Yo no hago esculturas, ni pinturas; hago imágenes. Y muchas veces esas imágenes no son más que mondaduras que la cabeza escupe. Lo único que me interesa como vigencia es la convivencia de lo irreconciliable, porque provoca el cortocircuito necesario para que la estridencia se pueda convertir en melodía. Las artes plásticas son discretamente adulteras y por ello necesitan arrimarse y dejarse penetrar por nuevas formas de conocimiento.

– El espacio en que se desarrolla el arte, sin duda, ha cambiado… ¿cómo afecta eso al creador contemporáneo?

Si hay algo que define lo contemporáneo es su continua mutación. Creo que estamos instalados en ese espacio desde el inicio de la modernidad. No hay otra salida que cuestionarse todo desde el principio. El mapa actual de la producción de saber es mutante, y en él es muy difícil fertilizar el significado. Todo se tambalea, continuamente, y de forma constante se eliminan o reorganizan las fronteras. Todo es posible, y a la vez nada lo es. Habitamos un gran vacío con un enorme agujero en el centro. No queda otra salida que acariciar y mimar nuestras obsesiones como único territorio habitable. Aun así, pienso que vivimos en el mejor momento de la historia.

– La producción cultural, en nuestros días, está muy influenciada por las intersecciones mediáticas, internet, las nuevas tecnologías y las redes sociales.

Las nuevas tecnologías e Internet porque son herramientas imprescindibles que sirven para formular nuevas preguntas e intentar sobrevivir a nuestra fría oscuridad craneal; pero no son las únicas. En cuanto a las redes sociales, diré que yo soy un partisano de la soledad y pienso que si para algo sirve contemplar una imagen es, en el sentido antiguo, para construir una soledad de acero Muchas veces los ‘media’ y su soporte tecnológico nos imponen una imagen artificial y muy eficaz de felicidad, que hay que combatir. Una vez más, en sentido antiguo, una pincelada debe ser una barricada contra la estupidez.

– ¿Cuáles son las referencias esenciales de Bernardi Roig?

Si es cierto que imaginar no es más que calentar lo existente, mi trabajo es el resultado de multitud de cruces referenciales, que van desde la pintura antigua hasta el tatuaje contemporáneo, de Utamaro a Klossowski, de Sade a Bernhard, de Biber a Anthony and the Johnsons, del cine de Ozu a Bela Tarr, pasando por Bergman y Tarkowski, hasta llegar a los conejos de Enland Empire de Lynch. Las corrientes o tendencias me interesan poco. Es más fecundo, pero a la vez más delicado para la salud, ser golpeado brutalmente por las obras que uno ama de forma irresponsable, intemporalmente y sin orden cronológico. La actualidad no nos conduce a ningún sitio, sólo es un gran vacío entre acontecimientos. La travesía del desierto hay que hacerla en soledad.

– ¿Es necesaria la agitación, la movilización y la confrontación de ideas más o menos que antes?

No menos que en el Renacimiento. Solo desde esa agitación, movilización y confrontación puede nacer algo. El resto solo decora y sirve de prótesis emocional al mercado. Es verdad que este mundo hipervisible que hemos heredado ha exterminado la mirada; todo está disponible para todos, todo el tiempo, lo cual impide la erección del ojo, la afanasis, castración o pérdida de deseo. Y, como sostiene Pascal Quinard, mirar y desear son la misma cosa.


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