La mirada implica un tacto inconsciente (Paula Valdeón, 2019)
“Lo inconsciente”. En el lenguaje corriente, el término inconsciente se utiliza como adjetivo para calificar un estado o disposición mental que presenta aquel sujeto que desarrolla inadvertidamente su comportamiento, es decir, sin darse cuenta, y que, en general, no depende de su voluntad en realizarlo. En este caso se refiere al inconsciente arquitectónico; a lo otro del espacio que habitamos.
La arquitectura y lo doméstico en el trabajo de la artista son su eje de acción y reflexión. Toda su obra tiene a la vida ordinaria y doméstica como punto de inflexión. Este propósito, como seguimiento de un proyecto acerca del concepto habitar comenzado en 2016 y sin fecha de caducidad, quiere hacer hincapié en lo inconsciente de los espacios privados, y de ese modo reparar en aquellos lugares con una doble faz: pública y privada.
La mirada implica un tacto inconsciente, es un proyecto que incide en recuperar la visión plástica que desprende todo el conjunto de material destinado a privacidades. Podríamos pensar en el sentido del tacto como en el inconsciente de la vista. Las casas y hogares que habitamos están infravalorados en cuanto a memoria y afectividad. Son espacios donde el tiempo transcurre, recogiendo experiencias y vivencias de diferentes habitantes que han practicado un lugar como algo particular. Así, el hogar y lo propio funcionan en este proyecto como reflexión sobre la propiedad privada y los modos en que la practicamos y domesticamos. Domesticar en sentido de fundarnos una intimidad a base del consumo de diseños, patrones, mobiliario, objetos…; de implantar lo propio en lo común.
Como objetivo se desvelarán en sentido material y simbólico, los lapsos que habitamos en estancias privadas, pasando por los conceptos de tiempo y memoria. A parte, se aportará una mirada alternativa a la convencional centrando el interés en la poética del lugar usado: tanto la de las ruinas que genera la acción de apropiación como la de las huellas que va dejando a su paso. De ese modo se pretende poner a la vista la peculiaridad inexorable del habitar y cuestionar la apariencia del entorno cotidiano.
En este proyecto además se va a hablar de la inestabilidad en el habitar (nomadismo) y de la idea de confort, ya que está condicionado por un habitar itinerante y habla desde la añoranza de una onfortabilidad. Esto implica la utilización de la “artesanía” como arraigamiento. Es en esta formalidad donde se congregan varios tejidos que abordan la idea del espacio habitado y domesticado a través de un consumo de patrones de origen, sobre todo, vegetal.
Este material quiere ser relacionado con lo afectivo y reunir a la arquitectura con la naturaleza, ya que a medida que discurre el tiempo estos patrones industrializados pierden cierta plasticidad. Es por ello que este proyecto pretende mediante la pintura y su expansión otorgar a estos materiales relegados al olvido una experiencia háptica.
La mirada, la vista, su privilegio como pensamiento occidental: nos recuerda que es necesario sentir los entrantes y salientes de las molduras, los colores, los motivos vegetales… De esta forma se congregan cuerpo, material y afectos. Con este trabajo se explota la cualidad háptica inconsciente de la arquitectura y su mirada reflexiva.
Para este trabajo se quiere atravesar el espacio y su unconscious; penetrarlo como territorio. Percibimos que estamos habitando en un sentido apropiacionista una parte del territorio, lo tomamos de la naturaleza y lo hacemos nuestro, domesticándolo, construyéndolo con materiales como ladrillos, yeso, pinturas, sofás, lámparas, redes eléctricas… Éstos almacenarán huellas y memorias que podrán ser habitadas por nuestra mente en tiempos privados, esto es, podremos atravesarlas. Y una forma de hacerlo es mediante el ensueño.
Fragmentos de materia, huellas de un habitar, índices… ¿Tienen vida? Utilizaremos estas piezas y su materialidad en la práctica artística de este proyecto . Como reflexión, nos planteamos que los pedazos de materia que han sido testigos de x experiencias vividas en distintos tiempos son intercambiadores de subjetividades, funcionan como índices. Son elementos contenedores de memorias de diversos lugares con la capacidad de hablar por sí mismos y de una manera peculiar en cada espectador que atienda a analizarlo y observarlo como materia viva que es.
Para concluir se debe recalcar que el desapego posmoderno por lo urbano y lo doméstico ha cedido a la sociedad una mala forma de observar los lugares que habitamos. Se observa cómo en los nuevos modos de habitar ya no cabe la nostalgia y cómo cada vez los espacios para nuestro confort oscilan en diferentes puntos, dejando a un lado el tiempo para observar la parte emocional y peculiar que los dota de memoria. Así, se pretende realizar un trabajo preocupado por tal problemática. Con ello aspiramos a reflexionar acerca del hogar, la memoria, los objetos y su materialidad; hacer de su imagen y de lo que dentro de ella ocurre un hilo conductor hacia el ser, hacia las personas y sus habitantes.