Azar y proceso (David Martínez Suárez, 2019)

El proyecto parte de mi proceso de trabajo reciente. Una serie de obras que tienen que ver con objetos fragmentarios y relaciones entre materiales. La idea de paisaje entendida como algo que se observa de lejos, algo relacionado con la imagen. Solemos entender el paisaje como elementos puramente naturales, sin embargo también lo es la arquitectura que lo constituye, los rastros materiales de la actividad humana.

Los elementos básicos de mi trabajo se basan en la relación entre espacio, lenguaje y cuerpo. No como una traducción de estos conceptos ni un objeto a representar, sino como una mediación, gradaciones entre diferentes puntos del trabajo. Una práctica en una especie de cuadrícula que se extiende entre el control y la perdida de control. Son cosas revoloteando, pero para que revoloteen tienen que estar unidas o atadas a otra cosa, la destrucción, el desperdicio. Relaciones que pueden parecer arbitrarias y caóticas pero que son totalmente contingentes.

Organizo el material de trabajo desde una diversidad mutua aparente, relacionándolos con una esfera de experiencia y memoria. Restos y fragmentos de cosas más grandes, objetos que aparecen dispuestos como asteroides, como icebergs, una parte sobresale de la superficie pero su masa es mayor en lo que dejan oculto. El proceso involucran plantas, estructuras, impresiones digitales, escombros… todos son enlaces, algunos de ellos voluntariamente rotos entre algo obviamente decorativo y algo más complejo. Un espacio de intersección entre el cultivo de una planta y la construcción de un edificio. Un interés estructural en la noción de espacio articulado entre ejes verticales y horizontales.