Memoria (Orosia Satué, 2010)
Cuadernos de viaje, Orosia Satué
Ángel Antonio Rodríguez
Observar, descubrir, interpretar y compartir son las bases del proyecto individual de Orosia Satué (Huesca, 1986), que se presentó en la Galería Cornión. Esta joven artista aragonesa viene asumiendo desde sus comienzos un trabajo de génesis procesual, intimista y alejado del circuito, mediante soportes tan sencillos como rotundos. En esta ocasión, cientos de páginas que, a modo de diario, sugieren un viaje vital y múltiple hacia fuera y hacia dentro, que se retroalimenta de lo cotidiano con técnicas mixtas inspirado en las pequeñas cosas, el hogar y el paisaje.
Dicen que la lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren. Por eso, quizás, el pintor es viajero en cuerpo y también el alma. Quizás también porque el arte, aparentemente fácil de ver, es muy difícil de comprender. Ya lo decía El Principito, desde su asteroide B612, cuando afirmaba que lo esencial es invisible a los ojos. Al salir de allí para conocer otros planetas, aprendió que no se ve bien sino con el corazón.
El artista debe ser viajero para recorrer los foros donde se cuece la cultura de nuestro tiempo, pero también viajero para alternar historias de ayer y hoy, entre los deseos y las esperanzas, entre el conocimiento propio y la enseñanza ajena, entre la expresión de imágenes y esa palabra escrita. Viajero en sus íntimas miserias, para perder los miedos y arriesgar un poco más cada mañana. El viaje como vía para el descubrimiento de nuevos horizontes, poblaciones y culturas. El viaje como estímulo.
La obra de Orosia Satué es un libro de viajes. Pero no es un trabajo al uso. Es tan personal que abruma, porque parte de la sencillez para abordar la complejidad. La joven autora ha realizado proyectos en gran parte del mundo. En esta ocasión realizó una serie de dibujos sobre Asturias en su estancia previa a la inauguración que, junto a otros 15 cuadernos, expuso entre maletas. En todos, y en cada uno de ellos, late una mirada tan tierna como abierta. Así, el artista se gana el respeto respondiendo al envite con tanta capacidad como humildad. El trabajo diario como puente hacia la gloria, y la fidelidad a las pequeñas cosas como piedra filosofal de cada paso.