Refugio (Paola Ruiz, 2009)
Paola Ruiz, doctorada en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense con la tesis “El vacío como síntesis del lenguaje sonoro”, presentó una exposición en la tercera planta del Museo Barjola cuyo objetivo final fue «llevar el campo a la ciudad», y recrear bajo su original mirada el hábitat natural y el entorno del cultivo y recogida de la escanda, ese cereal de connotaciones casi ‘rituales’ que se cultiva desde épocas remotas. Historia, tradición y ecología han servido de pretexto temático para esta instalación, amiga del reciclaje, con esculturas ‘tejidas’ mediante esparto, materiales textiles, pistas de audio, dibujos y fotografías en torno a la naturaleza. La participación de esta joven en un campo de trabajo en Grado en el año 2002 fue la génesis de esta exposición, en línea con otras aventuras recientes que, entre la escultura conceptual y el land-art, ya le ocuparon en las colectivas “Espacios vividos”, “Puertas abiertas” y “Una mirada en el tiempo” de los becarios de la Casa de Velázquez, en Madrid. «Me gustaría dibujar esculturas en el espacio vacío», dice. «Experimentar nuevos campos de expresión, conectar con nuestro ser más íntimo, con la naturaleza del ser humano y el crecer como personas ‘no-salvajes’ en esta sociedad dispar».
Refugio
Paola Ruiz
Planteamos un proyecto de instalación escultórica haciendo hincapié en preservar nuestra memoria, el conocimiento de nuestros pueblos. A través del arte podemos ayudar a mejorar las perspectivas de la vida, acercarnos un poco a la “natura”, reciclando el uso de ciertos materiales y fibras en nuestra cultura contemporánea. Experimentando nuevos campos de expresión, conectando con nuestro ser más íntimo, con la naturaleza del ser humano y crecer como personas “no-salvajes” en una sociedad dispar.
Trasladamos el campo a la ciudad, una pequeña parte del mismo, la libertad que se siente en un hábitat tan distinto a la gran urbe devoradora de hoy en día.
Tejemos con la propia materia nuestro hábitat. Manos que dibujan esculturas en el espacio vacío, realidades nuevas, partiendo de grandes madejas de esparto que nos proporcionan la textura buscada, una reinterpretación de nuestro entorno y lugares cargados de un lenguaje propio, nuevas construcciones arquitectónicas partiendo de materiales ecológicos.
Experiencias vividas tras participar como una más entre 18 jóvenes procedentes de otras comunidades, en el campo de trabajo de Grado en 2002, en torno a este cereal, la escanda, base para la investigación y desarrollo histórico del proyecto. Juntamos así dos pueblos, fusionando ambos materiales, del Mediterráneo y del Cantábrico, que toman un valor esencial para la vida diaria.
Un laberinto, un pequeño bosque, un campo de trigo. Nuestro “Refugio”. Donde el público podrá dejarse llevar por un mundo de sensaciones, un lugar de recogimiento. El sonido que llena la sala (pisadas sobre el mismo material) y las sombras de la misma pieza, nos transportan, creando una mirada distinta de nuestro entorno.
Pasajes en el tiempo, “santuarios de lo efímero”; en el espacio, dominio de lo otro, de lo diferente. Fuera del tiempo continuo, lineal y homogéneo.
Mirar nuestro entorno es la escultura.