Vanarasi-Berlín (Esteban Prendes, 2008)

Vanarasi-Berlín, de Esteban Prendes,  se presentó en AlNorte 2008. CMAE (Avilés), 12 de diciembre de 2008-7 de enero de 2009.

 

Una potente serie pictórica de vocación expresionista que parte de esbozos realizados en las dos ciudades que protagonizan el proyecto: Vanarasi, la ciudad india de los mil nombres y el río sagrado, donde se funden la vida y la muerte; Berlín, la ciudad alemana de las calles anchas y el arte actual, donde vive este joven gijonés autodidacta.

Varanasi
Esteban Prendes

Varanasi, India, la ciudad de los mil nombres, la ciudad viva más antigua, la ciudad del río más sagrado, allí donde tanta gente va a morir, donde vida y muerte se juntan en sus más extremos casos. La ciudad que, tras cinco años, duros golpes en forma de muertes, esos golpes que te devuelven a la vida, me hizo volver esta vez como pintor. Allí viví y pinté dos meses.

Empecé de cero, no continué nada ya empezado, con el único objetivo de captar la esencia del lugar. Las primeras pinturas eran frías, vacías, limpias y ordenadas. Salía a la calle con libretas y lápices, en ellas guardaba personajes, animales, lugares, situaciones. La mayoría de esos dibujos son producto del instante. Caminando o en “cicloricksaw” buscaba y, cuando encontraba, lo grababa en la “memoria” y de ahí pasaba a la libreta. Todo en un instante, porque todo se mueve, cambia, vibra. De esta forma las pinturas se fueron poblando y cobrando vida.

La obra es claramente expresionista. Varanasi visto por un berlinés. Es de ejecución muy rápida. Parto de pequeños esbozos hechos en la calle que, tras cinco pasos claramente marcados, no aprendidos, se convierten en este producto final. Es un trabajo mecánico en el que no busco nada. Simplemente produzco.

Varanasi vive en torno al Ganges. Es el río más sagrado. Los muertos quemados a sus orillas o simplemente tirados a sus aguas dejan la escala de reencarnaciones en las creencias hindúes. Formado por los cabellos de Shiva, el creador y destructor. A mí me creó y destruyó. No voy a hablar del hinduismo, porque no me interesa. Hablare de lo que a mí me llamó la atención; pequeñas cosas que tal vez sirvan para hacer entender mejor la magia de aquel lugar que ciertamente vive en otro tiempo.

La orilla izquierda del Ganges está llena de escaleras (“gaths”). No se sabe si bajan o suben. Sólo está poblada una orilla. Al otro lado no hay nada. “Muerte”.

El río por la noche es cielo.

Es el río más contaminado del mundo y a la vez el más sagrado. Me bañé en el sagrado.

El cielo está lleno de cometas, debajo de cada una un niño, que luchan contra otras por llegar a un lugar que nunca alcanzaran.

La vida y la muerte van de la mano.

El sol sale y se pone por el mismo sitio.

Es todo y lo contrario.

Berlín
Esteban Prendes

Berlín es la ciudad en la que vivo. A la vuelta de la India quería seguir explorando la nueva técnica recién descubierta. Fue muy frustrante, por la diferencia abismal entre los dos lugares que tanto me gustan. Varanasi, lleno de gente, animales, sorpresas, dioses, suciedad. Berlín, de calles anchas, vacío, limpio, frío, mucho coche, ninguna vaca. Esta vez no fueron tan espontáneos los resultados. Trabajé duramente, me costó adaptarme a la nueva situación. Pinté bocetos grandes y pequeños. Al final pasé a un formato mayor (150 x 150 cm), poco más de una treintena de ellos. Al no estar realmente donde quería me encerré en mí mismo. Esto se nota en las pinturas, porque en ellas también me intentaba meter. Pintando Berlín, sólo el camino de mi casa al mercado turco, empecé a pintarme a mí mismo. Quería plasmar mi estado de ánimo. Metí trazos más gestuales, más color, elementos inacabados y huellas. No buscaba nada estético o acabado, buscaba algo que hablara. Colores planos, blancos negros y grises, figuras de ejecución rápida y pisadas. Las pisadas y las líneas más gestuales me sirvieron para meterme dentro de las pinturas. Con ellas se puede ver cómo me muevo por el lienzo, bailo, golpeo…

Ahora vivo y trabajo en Berlín. Intento ganarme la vida con la pintura y, a la vez, devolver la vida que me dio la pintura. Pinto por la calle, fábricas abandonadas, regalo pinturas en el mercado, otras simplemente las cuelgo en la calle. En Berlín, quizás la capital europea del arte. El arte que realmente está vivo está en la calle. Vivo y trabajo en una “house project” emblemática, conocida en toda Europa. Desde allí queremos demostrar que hay otras formas de vida posible, donde el dinero no es tan importante. Tenemos cine, conciertos, revistas y muchas otras actividades sin ánimo de lucro que son llevadas a cabo por gente de la ciudad. Quiero sacar el arte a la calle, y que una vez allí cobre vida, que envejezca, sea modificado, mutilado, ampliado. Que no sea sólo un objeto de lujo accesible para unos pocos.

Perspectivas comprometidas

quieren ser imposibles

vibran las aristas

tonos se oponen

se derriten

forman uno

y de ese uno

otra vez todos

trazos sinuosos

gotean esquinas

grotescos volúmenes

pesan

aplastan

inciertas realidades

duermen, descansan

sueñan

¡ese ruido ensordecedor!

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